Quizá resulte irónico llamar tormenta perfecta a lo que está sucediendo en los últimos cinco años con la economía de Ghana, pues el país africano ha vivido episodios de lluvias torrenciales y crueles sequías casi de manera alterna, provocando que su gran exportación –el cacao– se resintiera a causa del fenómeno de El Niño.
Copando titulares desde hace un par de años, el precio del cacao vivió sus máximos históricos a finales de 2024, especialmente condicionado por el drama climático que sufren Ghana y Costa de Marfil, los dos principales productores de lo que se denomina 'bulk cocoa', es decir, el cacao que se utiliza de forma masiva en la industria agroalimentaria.
Para hacernos una idea, hablamos de que la tonelada de cacao se llegó a pagar a 12.391 dólares (su máximo histórico), lo que supuso un aumento del 178,2% respecto a 2023. Una bestialidad que, por ejemplo, está haciendo mella en las cuentas de grandes empresas del sector como Barry Callebaut y también en su valor bursátil, con un descenso de cotización superior al 20% desde que comenzó 2025.
Sin embargo, al contrario de lo que se puede pensar, nadie se está haciendo rico con un precio del cacao que está alto. Es cierto que en 2025 ha recuperado algo de tono, rondando los 8.000 dólares por tonelada que, aún así, está muy por encima de los 3.261 dólares de media por tonelada que se marcaron en 2023 (y que ya significaban un 38% más que en 2022).
Una realidad que salpica muy de lleno a la Región Occidental (West Region) que es la segunda parte de Ghana más relevante en términos de producción total de cacao y la primera de oro, como veremos a continuación.
El repunte del patrón oro
La dinámica alcista no ha ido cambiando y ahora, cuando el mercado se relaja ante nuevas previsiones más halagüeñas, el precio del cacao sigue caro y aquí es donde entra ahora una doble crisis: productiva y medioambiental, a la que el refugio del oro no va a contribuir de manera positiva.

Convertido de nuevo en valor refugio con la implementación de los aranceles de Donald Trump, inmerso en una lucha comercial contra China, el patrón oro está viviendo un repunte de comercialización debido a la inestabilidad de los mercados bursátiles.
Aunque es cierto que su cotización nunca ha dejado de subir en los últimos 20 años (con un incremento que ronda el 640%), el advenimiento de Trump a la Casa Blanca ha estimulado al sector, cuyo techo se ha marcado a principios de abril.
Para hacernos una idea, el tope han sido 3.132 dólares por onza, partiendo de un precio de 2.721 dólares por onza el cinco de noviembre, día de las elecciones. Es decir, en poco menos de seis meses el oro ha incrementado en más de un 15% su valor.
El resurgir de la 'Gold Coast'

Y ahora, ¿cómo explicar la tormenta perfecta de oro, cacao, Ghana y desastre medioambiental? Parecen conceptos que no tienen relación entre sí, pero se entienden fácilmente con un neologismo galamsey. La palabreja es el término que se utiliza en Ghana para referirse a la minería de oro ilegal a pequeña escala en el país y proviene de una frase inglesa: gather them and sell o, lo que es lo mismo, reunir y vender y que ahora sumerge al país en una nueva fiebre del oro.
Convertido Ghana en el primer productor de oro de África, superando a Sudáfrica, el país pone en el mercado alrededor de 1,2 millones de onzas de oro anuales de las cuales muchas de ellas proceden de minas ilegales, cifrándose esta explotación fraudulenta en torno al 80% de las pequeñas minas del país.
No obstante, la cifra aumentará –tanto de las ilegales y pequeñas como de las grandes industrias permitidas–, pues están en marcha varios proyectos que multiplicarán la capacidad productiva del país en más de 1,5 millones de onzas de oro anuales.
Ante un cacao no rentable: el oro como refugio

¿Qué tiene que ver, entonces, el galamsey con el cacao y con Donald Trump? Pues todo. La explotación aurífera de Ghana lleva siendo fuente de ingresos para el país africano desde hace siglos, solo que antiguamente se extraía el oro de los cauces de los ríos, en explotaciones rudimentarias.
Desde hace unos años y exacerbado por la crisis del cacao, el galamsey está en máximos históricos. Son muchos los agricultores que ven cómo ser productores de cacao no es rentable y, sobre todo, es mucho más volátil que el negocio del oro.
Razón por la que empiezan a proliferar más minas subterráneas, también más arriesgadas, en busca del codiciado oro, mucho más rentable que vender cacao a grandes multinacionales, especialmente sujeto a la climatología y a precios que ellos no controlan.
Desastre medioambiental y humanitario: el peaje del oro ilegal

Decimos más arriesgadas porque las condiciones de estas explotaciones, deficientes en muchos casos, se cobran anualmente entre 100 y 150 muertos. El galamsey, sin embargo, no solo se paga con la vida de los trabajadores, sino también con el medio ambiente.
Ghana ahora se enfrenta a otra situación: vertidos ilegales procedentes de este tipo de explotaciones que están contaminando el agua potable y que, según algunas estimaciones, obligarán a que el país tenga que importar agua potable en el año 2030. Una espada de Damocles ante la cual el peaje medioambiental, de nuevo, se cobra vidas. Además de perjudicar a las posibles tierras de cultivo.

Sin pruebas concluyentes, pero sí con pistas sobre ello, numerosas investigaciones están analizando si las aguas envenenadas derivadas de contaminar las fuentes para limpiar el oro estarían detrás de muertes prenatales en algunas comunidades mineras de Ghana. Además de muertes prematuras en los trabajadores, especialmente por enfermedades vinculadas a la inhalación de gases y polvos tóxicos.
Según varios informes, metales pesados como mercurio, plomo y cadmio aparecerían en fetos y madres en la Región Occidental de Ghana, donde se concentran la mayor parte de explotaciones auríferas, especialmente en los alrededores de Tarkwa, conocida localmente como Ciudad Dorada.
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